PHILOSOPHIA

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domingo, 27 de septiembre de 2009

ACERCA DE LA ADAPTACIÓN A LOS CAMBIOS


"Cambiando"

DENISSE ILLESCAS ALDUCÍN, Alumna de la Universidad IVES, Xalapa, Ver., México

Foto de bocavermelha-l.b., en Flickr.

Los seres humanos tenemos la habilidad natural de la adaptación a los cambios, aun así, no todos estamos dispuestos a pasar por ellos, puesto que la mayoría sufrimos el temor de dejar lo que conocemos como nuestro mundo, aquello que vivimos desde la infancia. Cuando los primeros meses de vida los pasamos en una cuna o en los brazos de un adulto, sentimos que ese es nuestro espacio. Poco a poco vamos experimentando etapas de nuestra vida , como la infancia, cuando creímos que nuestra casa era todo el espacio que podíamos recorrer, y vivíamos en el temor de salir de ese límite porque podríamos perdernos en territorios desconocidos, hasta que un día nos llevan a un jardín donde descubrimos una etapa más de nuestra vida, comenzamos a relacionarnos con individuos de nuestra edad, con los mismos temores que nosotros, y donde el espacio sigue controlado por los adultos, que nos preparan, nos muestran la cultura o lo que ellos conocen, sus valores nos son inculcados y comenzamos a conocer lo que serán las bases de nuestro crecimiento; posteriormente, descubrimos otro espacio en donde ya no jugamos todo el tiempo: hemos dejado el preescolar, para pasar a otro tipo de educación completamente nueva, nos enseñarán cómo comunicarnos con su código. Ahora nos vestimos solos y ya no dormimos en una cuna, tenemos un nuevo espacio, y nos adaptamos sin problema, después, desarrollamos habilidades, natas e innatas, llegamos a etapas difíciles como la adolescencia, nuestro mismo organismo comienza a mostrarnos cambios dramáticos en nuestro ser, y nuestros adultos nos preparan para la adultez, un cambio que muchas veces ellos mismos se han rehusado a experimentar y por lo tanto ni ellos ni nosotros sabemos cómo pasar a la siguiente etapa, es ahí donde ese miedo sale constantemente, puesto que los cambios anteriores los realizamos en un mismo espacio con pequeñas responsabilidades con la protección de los adultos, pero ahora tenemos que salir de nuestro entorno, y encontrar el propio, dejar la infancia, aunque no los recuerdos. Salir a conocer otros territorios sin ese temor a perderse, y sobre todo, con la consciencia de que ya no hay un adulto tomando tu mano para cruzar la calle, y que incluso descubres que no todo lo que los adultos te mostraron es real, pero que te sirve para descubrir tus propias realidades, tus habilidades, y sobre todo el tomar tus propias decisiones, descubres que el mundo es mucho más grande y complicado de lo que creías, que tu espacio es cada día más amplio, y que ya no duermes ni en una cuna y mucho menos podemos usar ropa de bebé puesto que ya no cabemos en ella, no podemos balbucear porque ahora dominamos un código que por supuesto también tiene reglas, y que conforme crecemos, la etapa por venir nos deslumbra constantemente, nuestros recuerdos que se acumulan, pero nuestro entorno se abre, y no podemos cerrarnos en una sola etapa, porque entonces nos estaríamos perdiendo de las maravillas que podemos conocer mas allá de lo que conocemos. No podemos vivir con la cabeza mirando al piso con tan pocas cosas, cuando lo poco que conocemos se va terminando y sufrimos esas pérdidas durante largo tiempo pero, si logramos levantar la mirada y descubrimos que la luz nos lastima, y si después de esa sensación de dolor observamos toda una gama de recursos que podemos tomar para que esa etapa sea aun más fácil de comprender, descubriendo que todas las cosas nuevas que vamos encontrando, nos darán dulces y amargos sabores de boca. Entonces desearemos volver con aquellos que tuvieron miedo de salir de sus etapas anteriores, y tendremos la necesidad de mostrarles el nuevo mundo, lo que hemos conocido. Querremos compartir con ellos esa gama de recursos para que dejen de sufrir por sus pérdidas, y sus reacciones serán diversas, pues quizás logremos que alguno de ellos acceda a levantar la mirada pero también habrá quienes nos tomen por locos y piensen que solo queremos perjudicarlos, que simplemente le temen a cualquier tipo de cambio y prefieren seguir encerrados en su pequeño mundo por temor al fracaso, a perderse en territorios desconocidos y, paradójicamente, también le temen al éxito, [1] al dolor que les produce la luz al salir de la oscuridad, así como nosotros le tememos al hecho de volver a la oscuridad después de conocer la luz.
Mi conclusión acerca del tema es que debemos aceptar los cambios y abrirnos al mundo exterior; sabemos que siempre encontraremos cosas buenas y malas pero, finalmente, nuestra naturaleza es esa, nuestro instinto, nuestra capacidad de supervivencia. Es como saber que el hombre se acostumbra a vivir en situaciones de guerra, de pobreza, en una sobrepoblación, y que siempre encuentra la manera de salir de esa etapa de dificultades, tomando lo bueno de lo que vivió y adaptándose nuevamente. De pronto se encontrará deslumbrado y adolorido, hasta que comprenda que algo positivo vendrá después, que luego tendrá nitidez para tomar decisiones. Así, cuando alcance esa etapa maravillosa llamada vejez, se reirá de todo cuanto sufría durante su infancia, tendrá una maravilla de recuerdos y lecciones de vida, pero también habrá cultivado amistades, y si logró mantener su mirada firme sin agachar la cabeza entonces seguirá contando con recursos interminables que alegrarán su vida hasta el final.


[1] Fragmento tomado del libro “La República” texto “La alegoría de la caverna” autor: Platón